El duelo es entendido como aquel proceso de adaptación por el que pasa el ser humano frente a una pérdida, del tipo que sea. Algunos ejemplos comunes de duelo, el fallecimiento de un ser querido, una ruptura sentimental, la pérdida de trabajo, de ciertas capacidades, una pérdida evolutiva…Es un proceso normal que tendrá una evolución progresiva hacia la superación, aunque en ciertas ocasiones podrá originar alteraciones físicas y psicológicas.

Algunos de los factores que influirán en la evolución positiva o negativa del duelo son los relativos a aspectos y modelos culturales, circunstancias que rodean a la situación de pérdida, soporte social que tiene la persona afectada, tipo de afrontamiento frente a la pérdida y algunos factores de vulnerabilidad personal.

No existe un tiempo exacto de duración para el proceso de duelo, aunque puede oscilar entre los seis meses y el año, dependiendo de la persona y sus circunstancias. En ocasiones si el duelo se retrasa o es excesivamente intenso, podrá producirse un duelo patológico, de mayor duración y en el que pueden aparecer síntomas poco habituales. En este caso es aconsejable pedir ayuda profesional.

Respecto a las fases del duelo, en primer lugar la de negación, etapa que surge como defensa y sirve para aceptar la pérdida. En segundo lugar nos encontramos con la fase de enfado, en esta etapa la persona se da cuenta de la situación y se rebela. En tercer lugar la de negociación, se trata revertir la situación para aliviar el sufrimiento. En cuarto lugar nos encontramos con la depresión, apareciendo sentimientos de tristeza y desesperanza. En último lugar, la fase de aceptación, en la que se asimilan los sentimientos de la pérdida y se da paso a una nueva vida.