los-efectos-del-divorcio

En las últimas décadas se ha venido sucediendo en todo el mundo un aumento en el número de divorcios, siendo de notoria importancia la ruptura por sus efectos en los hijos. Mientras que el divorcio es estresante para todos los niños, algunos se ven más afectados que otros, siendo el primer año el más duro.

La buena noticia es que los padres disponen de mecanismos para reducir el impacto psicológico del divorcio en sus hijos. Algunas estrategias de apoyo a los padres pueden ayudar mucho a los niños a adaptarse a los cambios provocados por la ruptura.

Como es de esperar, los niños son los que más luchan durante el primer o segundo año después de la ruptura de sus padres. Es probable que los menores experimenten angustia, enojo, ansiedad e incredulidad. Pero muchos niños parecen recuperarse, se acostumbran a los cambios en sus rutinas diarias y se sienten cómodos con los cambios de vivienda.

Otros, sin embargo, nunca parecen volver a la “normalidad”. Este pequeño porcentaje de niños puede experimentar problemas continuos, posiblemente incluso de por vida, después de la separación de sus padres.

El Impacto Emocional en los Niños

El divorcio crea confusión emocional para toda la familia, pero se acentúa en el caso de los menores, para los que la situación puede ser bastante aterradora, confusa y frustrante.

Los niños pequeños a menudo tienen dificultades para entender por qué deben decidir entre dos hogares, el paterno o materno. Su posible preocupación es pensar que si sus padres pueden dejar de amarse algún día pueden dejar de amarlos a ellos también.

Los niños de primaria pueden tener sentimientos de culpa respecto a la ruptura de sus padres, atribuyéndose la responsabilidad sobre la misma, por su mal comportamiento o por haber realizado “algo malo”.

Los adolescentes pueden reaccionar frente al divorcio manifestando su enfado, tanto por la ruptura como por los cambios que se producen. Pueden culpar a uno de los padres por la disolución del matrimonio, o pueden mostrar resentimiento hacía uno o ambos progenitores por la agitación en la familia.

Por supuesto, cada situación es única. En circunstancias extremas, un niño puede sentirse aliviado por la separación, si un divorcio significa menos discusiones y menos estrés en el ámbito familiar.

Eventos estresantes asociados

El divorcio supone, en la mayoría de las ocasiones, que los niños pierden el contacto diario con uno de sus progenitores, generalmente con los padres. La disminución del contacto afecta el vínculo padre-hijo y supone en muchos casos el posterior distanciamiento de sus padres.

Esta situación también afecta la relación del niño con el progenitor que tiene la custodia, la mayoría de las veces las madres. Los cuidadores primarios a menudo reportan niveles más altos de estrés asociados con la crianza en solitario de un hijo. Las madres, en ocasiones, se vuelven menos comprensivas y menos afectuosas después del divorcio. Además su disciplina se vuelve menos consistente y menos efectiva.

Para algunos niños, la separación de los padres no es la parte más difícil. En cambio, los factores estresantes que lo acompañan son los que hacen que la situación sea más complicada. Cambiar de escuela, mudarse a un nuevo hogar, y vivir con un padre soltero que se siente un poco más cansado, son sólo algunos de los factores estresantes adicionales que hacen que todo sea más difícil.

Las dificultades financieras también son comunes después de la disolución del matrimonio. Muchas familias tienen que mudarse a casas más pequeñas o cambiar de barrio y a menudo tienen menos recursos materiales.

Nuevas relaciones y otros ajustes

En muchos países, la mayoría de los adultos inician otra relación de pareja dentro de los cuatro o cinco años siguientes a la ruptura. Esto significa que muchos niños soportan cambios continuos en la dinámica de su familia.

La adición de un padrastro o madrastra y posiblemente varios hermanastros puede ser otro gran cambio al que deben ajustarse, y muy a menudo ambos padres se vuelven a casar, lo que significa muchos cambios constantes para los niños. Muchos niños experimentan múltiples separaciones y divorcios a lo largo de los años.

Aumento del riesgo de problemas de salud mental y problemas de conducta.

El divorcio puede aumentar el riesgo de problemas de salud mental en niños y adolescentes. Independientemente de la edad, el género y la cultura, los estudios muestran que los hijos de padres divorciados experimentan mayores problemas psicológicos.

El divorcio podría desencadenar un trastorno de adaptación en los niños, que se resuelve en pocos meses. Pero en ocasiones los índices de depresión y ansiedad son más altos en niños de padres divorciados.

Los niños de familias divorciadas podrían experimentar más problemas de externalización, como trastornos de conducta, delincuencia y comportamiento impulsivo, que los niños de familias con dos padres. Además del aumento de los problemas de comportamiento, los niños también pueden experimentar más conflictos con sus compañeros después de un divorcio.

El divorcio puede afectar el rendimiento académico

Los niños de familias divorciadas no se desempeñan tan bien académicamente. Los estudios muestran que obtienen una puntuación más baja en las pruebas de rendimiento. El divorcio de los padres también se ha vinculado a tasas de absentismo escolar más elevadas y a mayores tasas de abandono escolar.